Saludo de bienvenida

Soy Patricia Bertacchi, autora del diseño y los contenidos de este espacio. Aquí encontrarán un lugar donde refugiarse entre mis pasiones y sentimientos, que bien podrían ser los mismos de ustedes, tomando forma en poemas, cuentos, fotografías, opiniones y comentarios, artículos del Rincón Gastronómico de la Revista C&A Carnes y Alimentos, lecturas, crónicas de viajes y hasta alguna receta. Bienvenidos a mi hogar virtual!

lunes, 22 de diciembre de 2014

Saludo RM control de plagas II - by Wideo.co

RM Control de Plagas Industriales y Domésticas
saluda a sus clientes, proveedores y amigos, 
deseándoles prosperidad para un 2015 positivo y productivo.
Felicidades!!

Colaboración especial de la Lic. Sofía Rossi Bertacchi
 

Tarjeta navideña

 
 

lunes, 3 de noviembre de 2014

Magia a la luz de la luna - Magic in the Moonlight

Magia a la luz de la luna - Magic in the Moonlight
 
 
La última entrega de Woody Allen. Siempre resulta algo complejo dar una opinión de los trabajos de Allen. Por consiguiente, podría entenderse como que no me gustó. No es tan sencillo definir las producciones que hace este director, actor y escritor. Hablando desde mi lugar de espectador y no de crítico de cine, que no tengo nada que hacer en esa función, "Magia a la luz de la luna" tiene de todo. Dulzura y calidez en el personaje de la medium de Emma Stone, con un estupendo vestuario recreando la moda elegante y encantadora de los años '20, que me fascinó. Un mago británico, Stanley, la mayor parte del tiempo lógico y arrogante, y otras dulce y encantador, en el personaje que interpreta Colin Firth, pero siempre empírico. La magia es un tema recurrente de Allen, y él opina diciendo "deseo que haya cierta cantidad de magia en la vida pero que desafortunadamente no hay la suficiente. Hay pocas cosas, esporádicas, que uno podría considerar mágicas, pero la mayor parte es realidad gris.” En esta oportunidad Allen juega con la magia, con lo místico, lo esotérico, el espiritismo, llevado a la comedia hilarante, fresca y romántica. Por momentos resulta lenta,  pero en realidad lo que noté, fue que el tono de voz y los diálogos, muchas veces son inexpresivos, pesados, flemáticos y a los que somos pasionales, nos "enfría el plato".
Las locaciones son fantásticas, y se repiten los escenarios frente al mar en la Costa Azul de Francia.
Concluyo en que es un film disfrutable pero que no tiene el carácter que me hubiera gustado.
 
Patricia Bertacchi



Hay alguien en mi cama



Taller Escritores Creativos 2013-Mónica Marchesky
Atendiendo a la consigna de: Hay alguien en mi cama, se dieron diez minutos para elaborar el tema y el personaje es sordo.
 
Después de tantos encuentros y que no ocurriera nada, esta vez podía decir: ¡Hay alguien en mi cama!
Era triste no poder escuchar, claro que lo era, pero la música que ponían sus besos y sus caricias al rodar por mi cuerpo, eran como una tibia lluvia de verano que podía sentir.
Le pedí que pusiera un pañuelo cubriendo mis ojos. Ahora, además de mi falta de audición, también carecía de la posibilidad de ver.
Sentí que algo muy frío se escurría por mi vientre y dibujaba mis relieves, derritiéndose, a la vez que algo tibio viajaba por mi cuerpo, bebiendo lo que se fundía.
Me vi urgida de quitarme el pañuelo pero no quería perder la oportunidad de jugar con mi sordera.
Exclamé un grito que no pude contener. Él me quito el pañuelo y pude ver su cara de asombro.
Me habló con las manos y me dijo: ¿Ese fue tu orgasmo?
¡No! -le dije- ¡Me pellizcaste un pezón!
 
Patricia Bertacchi



sábado, 18 de octubre de 2014

Un Viaje de Diez Metros

 

Film: Un Viaje de Diez Metros - Título original: The Hundred-Foot Journey

 
 
 
Una amiga me recomendó ver esta película. Me dijo, son los temas que te gustan, hay mucho de cocina. Me quedó dando vueltas la idea de verla en cuanto tuviera tiempo. Lo hice al otro día, debido al apetito que tengo de ver buen cine, últimamente me siento insatisfecha, pero no por la falta de producciones sino por guiones y escenarios que me cautiven.
He tenido la fortuna de "paladear", unas cuantas películas que baten y mezclan ingredientes como la cocina, el amor, la superación, los sueños, el sexo, los dramas existenciales y tristezas, y siempre salgo saciada emocionalmente.

Un viaje de diez metros, es un exquisito plato que conjuga todo lo que los amantes de la buena cocina o el buen cine, queremos "saborear". Tiene los colores intensos del cúrcuma mezclados con la frescura y poco sencilla palatabilidad del cardamomo. Diálogos irónicos y atrevidos con respuestas agudas, se dan entre dos de los personajes del film, Madame Mallory, dueña del restarurante Le Saule Pleurer, que itenta conquistar su segunda estrella Michelin y Papa, un viudo perspicaz de origen hindú, que migra con su familia buscando un nuevo horizonte, recalando en la atractiva aldea de Saint-Antonin-Noble-Val, en el sur de Francia. Los paisajes, de un pueblo y una granja perdidos en Francia, no necesitan descripción alguna. El despliegue de toda una gama de verdes, le da a la locación del film una sensación de la maravilla de la creación, dejando al espectador pasmado en la butaca. Igualmente ocurre con las puestas de sol. El erotismo, se desprende como el aroma de cada plato que presentan, en un ralentí, que logra aumentar tanto el impacto visual como emocional, casi desnudando los ingredientes frente a nuestros ojos. Podemos ver desde el inicio de la película, el contacto de Hassam con su madre, cuando ella le impregna el arte de la degustación frente a una sopa de erizos. Es un momento sublime, de verdadero placer, cuando los alimentos en un acto de intimidad con el paladar y la lengua, son saboreados.
Como el massala, (mezcla de diferentes especias usado en la cocina hindú), Un viaje de diez metros, combina varios idiomas, (inglés, hindú y francés), algunos actores desconocidos y de variados orígenes, la canadiense Charlotte Le Bon en su rol de Marguerite; la inglesa Helen Mirren como Madame Mallory; hindúes, Om Pure (actor de destacadísima actuación en Bollywood) como Papa, Manish Dayal como Hassam Kadam y otros, el director sueco Lasse Hallström (Chocolat), música del hindú A.R. Rahman y la producción de Steven Spielberg y Oprah Winfrey.
Cuando uno intenta abreviar la opinión de un film, puede caer en el simplismo o la falta de  un vocabulario apropiado para transmitir al otro, la experiencia vivida  frente a esa realización.
Les comparto que durante los ciento veintidós minutos que dura la película, intenté frenar la próxima escena para seguirme deleitando de la que estaba viendo y la emoción me invadió de forma insolente, llevándome hasta las lágrimas. Quizás sea una opinión subjetiva pero no dejen pasar de verla. Conociéndome, sé que entra dentro de mis mimadas y la veré cien veces.
En síntesis, me sedujo e hizo de mí lo que quiso.

 
Música: A. R. Rahman


 
Imágenes de Saint-Antonin-Noble-Val, Francia
 



 
 
 
 

lunes, 8 de septiembre de 2014

Y tu mirada se clavó en mis ojos

"Y tu mirada se clavó en mis ojos
y mi sonrisa se instaló en mi cara
y se esfumó la habitación, la gente
y el miedo, se escapó por la ventana
y amándonos en una carretera
nos sorprendió la luz del nuevo día
como a dos jóvenes adolescentes
tu mano húmeda sobre la mía"

Puerto Pollensa, Sandra Mihanovich

Fotografías tomadas en la Exposición Rural del Prado 2014



Y

Y cuando te pienso, me miras con tu cabeza en la almohada
y cuando me siento extraña, duele tu baile en mis recuerdos
y tantas hojas se deshojan y tantos capullos que se abren
y a veces tu boca sabe a licores de hierbas, como a chocolate con carezas
y a veces tu boca sabe a veneno, como el que se clava en mi carne

y casi me creo tu despedida y casi me creo tu advenimiento
y no puedo dejar de sentir tus besos que por mis cielos se desaguan.
Patricia Bertacchi






























miércoles, 20 de agosto de 2014

Mi Noche de la Nostalgia

Dibujo realizado por la Lic. Sofía Rossi Bertacchi
Mi Noche de la Nostalgia

Aquella noche fría del 24 de agosto de 1977, tomé una ducha caliente para templar el cuerpo y así comenzaba con mi “ceremonia”, empañando el espejo de la toilette. Con la toalla, sequé en forma de círculo en el centro y apareció mi rostro. Llevaba ruleros térmicos para marcar ondas más suaves a mi cabello. Sujeté alrededor de mi cuerpo el toallón blanco y del nécessaire de cosméticos, saqué un lápiz delineador negro. Esfumé el crayón sobre el nacimiento de las pestañas, apliqué Rimmel y mis ojos se mostraron más verdes almendra. En ciertas ocasiones, aparecía este color de forma más marcada. En aquel momento no sabía qué era lo que los cambiaba. El toque final, lo dio un poco de rubor de mamá en las mejillas y un brillo traslúcido en los labios. Era casi un complejo para mí tener la boca tan marcada, haciéndolos lucir húmedos y más carnosos.
En el espejo alto se reflejaba mi hermoso vestido, colgando de su percha en la puerta del placard. Era largo, negro, de corte princesa y manga guante. El escote en forma de U complementaba ese aire de romanticismo e imperio que había querido darle al diseño. Por debajo y en todo el contorno, lucía una trenza de lazos finos y redondos de raso, que anudaban en el frente y caían sueltos casi tan largos como el vestido. En la espalda, una hilera de botones forrados en raso y presillas de la misma tela, daban el toque de delicadeza a la prenda. ¡Deseaba caer dentro de ese vestido que había sido tan bien interpretado por la modista de la familia!
Fui quitando los ruleros y mi cabello largo se fue soltando en ondas que hacían lucir más los reflejos de él. Con mis dedos fui abriendo los bucles y me vi tan soñada como Farrah Fawcett. Debo admitir que era la imagen que tomé como modelo en mi adolescencia.
Me puse la ropa interior y las medias de seda. Calcé unos zapatos de tacón de mediana altura de charol negro y pulsera en el tobillo. Desprendí cada botón del vestido y alzando los brazos me deslicé dentro él. ¡Por Dios, finalmente él me vestía! Tímidamente dejaba ver el nacimiento de mis juveniles senos.
Le pedí a mamá que me ayudara a prender los botones y me puso una gargantilla de strass que hacía juego con las caravanas del colgante. Se los habían regalado a los 18 años, cuando la presentaron en sociedad en ese mismo baile. Me miré en el espejo de cuerpo entero y me sentí una princesa, que pronto estaría entrando en un baile de gala.
¡Faltaba algo! El perfume 7 brujas de Vanderbilt. El de la etiqueta celeste. Tomé el frasco de opalina blanco en la palma de mi mano, sintiéndolo frío, quité la tapa y puse gotas en mi cuello y muñecas. Su aroma dulzón me envolvió. ¡Ahora sí estaba lista! La ceremonia había culminado y mis ilusiones rebozaban dentro de cada célula de mi existencia.
Me senté como almidonada en el living junto a la estufa a leña, esperando que me vinieran a buscar.
***
¡Era tanta la emoción al entrar al Club Paysandú! Temblaba, entre el helado clima de aquella noche y mis nervios de inocencia intacta. Nos encontrábamos todos, nuevamente para festejar el 25 de agosto y todos lucíamos hermosos. Las luces sicodélicas y la bola de espejos se reflejaban en los cristales azogados del salón. Los pisos de fina madera lucían hermosos y el ambiente era de mucha calidez. En la cabecera de la pista de baile, sobre una tarima, estaban los instrumentos aguardando a los Hermanos del Silencio para estremecernos con sus interpretaciones con lo mejor de la música de los  ‘60s y‘70s.
Las mesas se iban ocupando de amigos, algunos no tanto, parejas y todos muy jóvenes. Entre nosotras se podía escuchar cuchicheos diciendo: ¿llegó? ¿Lo viste? ¿Está en el salón? ¿Con quién está? ¿Será aquel? Todas queríamos ver al príncipe azul.
De pronto, crucé la mirada con un amigo que estaba con su novia y parecía no estar allí. En la noche nos vimos a los ojos en alguna otra oportunidad y me quedó el recuerdo de sus ojos distantes y hasta tristes. Éramos chicos. No se me borró esa mirada fría que hasta parecía apática.
Era nuestra noche de gala, alegría y sueños de adolescentes. Me divertí muchísimo con mi barra de amigas, bailé toda la noche, con algún amigo que ya partió de entre nosotros, con algunos que no sé qué fue de sus vidas, con alguien que luego movilizó mi corazón también, con amigos confidentes e inseparables de aquellos años y con los que hoy nos guardamos especial afecto. Estos sentimientos y aquellos sueños quedaron enganchados en mi corazón, en mis recuerdos y no los quiero soltar, me dan ternura y felicidad. Casualmente fue el último año que fui a ese baile. Para el próximo, ya estaba en Montevideo y tenía saudade.
Esta es mi “Noche de la Nostalgia”.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Robin Williams

Despedida

Robin Williams fotografía tomada de People en Español
 
Podríamos hablar de muchas cosas. Podríamos callar muchas cosas. Podríamos reflexionar muchas más. La muerte siempre nos conmueve, nos enfrenta a nuestros miedos, a nuestras tinieblas, a nuestras mayores oscuridades y a la gran soledad del entorno que nos abandona. Me quiero poner en la mente del suicida, amando la vida como la amo y me cuesta. Con la noticia del suicidio de este gran actor, puedo palpar su acorralamiento y desdicha, como en cualquier otra noticia de suicidio. No sé como era en la vida real, solo puedo dar una opinión de lo que me dejan ver sus ojos o sus entrevistas. Y siempre me dejó la sensación de ser un hombre tierno, niño y con una gran tristeza interior. Son simples impresiones mías, vuelvo a decir que hablo sin conocimiento de su vida. Pero merece una reflexión esta pérdida para el mundo del espectáculo y para el nuestro también, pues Robin Williams nos entregó hermosísimas interpretaciones a lo largo de su larga carrera. El suicidio, según algún escritor, "es el único problema filosófico verdaderamente serio", Albert Camus. Podemos leer a Goethe cuando expresa que "el suicidio sólo debe mirarse como una debilidad del hombre, porque indudablemente es más fácil morir, que soportar sin tregua una vida llena de amarguras". O tal vez a Gilbert Keith Chesterton diciendo "el suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general. Immanuel Kant le da una concepción religiosa a su opinión "el suicidio no es abominable porque Dios lo prohíba; Dios lo prohíbe porque es abominable. Tomo una conclusión a la que llegó el sociólogo Emile Durkeim ,en una de sus más importantes obras El Suicidio (1897) y es que "en las sociedades y las comunidades que requieren más cohesión y solidaridad orgánica para sobrevivir, la tasa de suicidios será menor justamente porque la responsabilidad hacia el grupo al que se pertenece es un freno de la voluntad de suicidio".
Creo así, que unos dependemos de otros y los otros dependen de uno. Por tanto, se crea un compromiso de supervivencia y de responsabilidad compartida dentro de la familia, comunidad, sociedad, ciudad, país. Miremos a los ojos al más próximo que tengamos y vamos a descubrir que casi siempre hay una "necesidad". Un palmada en la espalda, un apretón de manos, un abrazo, escuchar lo que necesitan decir, alivia muchas cargas.
Un minuto de silencio para este hombre que construyó una gran carrera como actor y que tal vez se perdió y no se volvió a encontrar.
 
 


 

domingo, 6 de julio de 2014

Reflexiones personales: El día de mi cumpleaños


El día de mi cumpleaños tengo una sensación rara, va de la tristeza a la alegría, de la nostalgia al presente, de la incertidumbre a la sorpresa, del balance al equilibrio. Entran en juego emociones, sentimientos, recuerdos y también algunos pensamientos. Puedo ver claramente mis cumpleaños de niña, de adolescente y de adulta. Y remontándome en el tiempo, distingo en mi cuerpo las mismas emociones. En algún momento pensé que sería genial pasar durmiendo ese día, hacer un salto temporal despertando al otro día de mi cumpleaños, y ¿saben qué?, no me sentí para nada a gusto con esa sensación de haber perdido el mejor día de mi vida durmiendo. 
Es el día en que todas las personas que nos quieren desean estar presentes, con muchos llamados telefónicos, por facebook, por sms, por whatsapp, de visita, enviando un ramo de flores, tirándome un beso por la ventanilla del coche. Me regalan, me miman, tienen su mirada puesta en mí. Hay llamadas que ya no recibo, quedan en silencio en mi corazón, con quienes hoy me comunico de una forma más etérea pero igual de cercana. 

Cuando recibo un regalo, lo primero que pienso es que esa persona salió expresamente a comprar algo para mí, me lleva en su mente y recorre vidrieras y lugares para que yo quede fascinada con su obsequio, sin importar por supuesto el valor del mismo. 
Para mí, el gran valor que tiene ese presente, es que esa persona haya dispuesto de su tiempo para buscar algo que me agrade,  además de que tiene que hacer un ejercicio acerca de mis gustos y por ende me tiene que conocer un poquito. 
No soy una persona que haga grandes fiestas ni festejos, me gusta estar con los míos, con los cercanos, familia y amigos, los que sé que me quieren y yo necesito estén a mi lado. No supe nunca hacer cumplidos. A veces lógicamente que las distancias y el tiempo, nos alejan, pero hay formas también de estar cerca. Y el que quiere estar, encuentra la forma de hacerlo.

Mis padres se divorciaron cuando yo era pequeña, algunas veces asocié mis nostalgias cumpleañeras, por el hecho de que papá no estaba en mis cumpleaños. Luego comprobé que algo había de eso. La ausencia de un ser tan querido, por circunstancias ajenas a mi voluntad, indudable que me marcaron. Recuerdo que cuando él llegaba a darme un beso y un abrazo yo me sentía completa, era como que se integraba mi familia nuevamente. Era feliz. Increíblemente, la vida me hizo ser una niña de padres divorciados a la mitad de la década de los 60’s y mis hijas tienen a sus padres juntos hasta hoy. Son tal vez las compensaciones de la vida. Nunca se sabe hasta cuando, pero lo que sí aprendí con el paso de mis cumpleaños, es que nunca está dicha la última palabra. Nos hacemos de acuerdo a las experiencias propias y familiares también.

Pero hete aquí, que también me ocurre con los cumpleaños de mis hijas. Hoy es el día de cumpleaños de mi hija María Victoria. Anoche mientras terminaba sus tortas, se me piantó algún lagrimón. Los días previos a estas fechas, siento nostalgia, que no la puedo asociar a nada en particular, y con el tiempo, veo que son períodos claramente marcados. En la observación interior que hago del hecho, siento que los cumpleaños de mis hijas, marcan aún más mi paso por la vida, y eso, indudablemente que da cierta expectación. Estar parado en una edad madura, con plena conciencia de ello, hace que hagamos balances y balancetes y hasta declaraciones juradas por las dudas, pero felizmente puedo decir que el día de mi cumpleaños es un día en que celebro haber nacido. Celebro haber nacido en la familia que nací, porque de ella y de sus integrantes, me nutrí para construirme y construir mi propio hogar. Cada aniversario me hago más grande e intento ser más sabia, conducirme casi intuitivamente por la vida y con el corazón,  ser más amiga de mis recuerdos y pensamientos, de las personas que quiero y también de tomar distancia de las personas y cosas que ya no me agradan e incomodan o peor, no me interesan. Pero hoy lo dejo aquí, tal vez algún día escriba de las cosas que ya no banco. 
Esto fue una reflexión en “voz alta” para compartir con los que pueden sentir algo parecido. Puede servir para “rumbearse” en la búsqueda de los por qué o para qué y luego de dar en el clavo, uno afloja ese momento de bajón que se da en algunas personas, cuando llega la fecha de cumpleaños. 
Pienso así, no deja de ser el día más especial de nuestras vidas, nos recuerda la celebración de nuestros padres y toda la familia por la llegada de ese nuevo integrante, lleno de luz, de inocencia, de dependencia, lleno de la magia de la creación y lleno de ganas de respirar el aire de la vida, pero también, con miedos de dejar ese lugar tan cálido, tan puro y cercano a mamá en donde el corazón de ella fue la música de mi estadía. 

Les comparto algunas fotos de las dulzuras que acompañaron el festejo y que mis hijas y los invitados adoran degustar. ¡Esto también me hace feliz! Nutrir con alimentos y nutrir con amor.

 
La cumpleañera