Saludo de bienvenida

Soy Patricia Bertacchi, autora del diseño y los contenidos de este espacio. Aquí encontrarán un lugar donde refugiarse entre mis pasiones y sentimientos, que bien podrían ser los mismos de ustedes, tomando forma en poemas, cuentos, fotografías, opiniones y comentarios, artículos del Rincón Gastronómico de la Revista C&A Carnes y Alimentos, lecturas, crónicas de viajes y hasta alguna receta. Bienvenidos a mi hogar virtual!

miércoles, 20 de agosto de 2014

Mi Noche de la Nostalgia

Dibujo realizado por la Lic. Sofía Rossi Bertacchi
Mi Noche de la Nostalgia

Aquella noche fría del 24 de agosto de 1977, tomé una ducha caliente para templar el cuerpo y así comenzaba con mi “ceremonia”, empañando el espejo de la toilette. Con la toalla, sequé en forma de círculo en el centro y apareció mi rostro. Llevaba ruleros térmicos para marcar ondas más suaves a mi cabello. Sujeté alrededor de mi cuerpo el toallón blanco y del nécessaire de cosméticos, saqué un lápiz delineador negro. Esfumé el crayón sobre el nacimiento de las pestañas, apliqué Rimmel y mis ojos se mostraron más verdes almendra. En ciertas ocasiones, aparecía este color de forma más marcada. En aquel momento no sabía qué era lo que los cambiaba. El toque final, lo dio un poco de rubor de mamá en las mejillas y un brillo traslúcido en los labios. Era casi un complejo para mí tener la boca tan marcada, haciéndolos lucir húmedos y más carnosos.
En el espejo alto se reflejaba mi hermoso vestido, colgando de su percha en la puerta del placard. Era largo, negro, de corte princesa y manga guante. El escote en forma de U complementaba ese aire de romanticismo e imperio que había querido darle al diseño. Por debajo y en todo el contorno, lucía una trenza de lazos finos y redondos de raso, que anudaban en el frente y caían sueltos casi tan largos como el vestido. En la espalda, una hilera de botones forrados en raso y presillas de la misma tela, daban el toque de delicadeza a la prenda. ¡Deseaba caer dentro de ese vestido que había sido tan bien interpretado por la modista de la familia!
Fui quitando los ruleros y mi cabello largo se fue soltando en ondas que hacían lucir más los reflejos de él. Con mis dedos fui abriendo los bucles y me vi tan soñada como Farrah Fawcett. Debo admitir que era la imagen que tomé como modelo en mi adolescencia.
Me puse la ropa interior y las medias de seda. Calcé unos zapatos de tacón de mediana altura de charol negro y pulsera en el tobillo. Desprendí cada botón del vestido y alzando los brazos me deslicé dentro él. ¡Por Dios, finalmente él me vestía! Tímidamente dejaba ver el nacimiento de mis juveniles senos.
Le pedí a mamá que me ayudara a prender los botones y me puso una gargantilla de strass que hacía juego con las caravanas del colgante. Se los habían regalado a los 18 años, cuando la presentaron en sociedad en ese mismo baile. Me miré en el espejo de cuerpo entero y me sentí una princesa, que pronto estaría entrando en un baile de gala.
¡Faltaba algo! El perfume 7 brujas de Vanderbilt. El de la etiqueta celeste. Tomé el frasco de opalina blanco en la palma de mi mano, sintiéndolo frío, quité la tapa y puse gotas en mi cuello y muñecas. Su aroma dulzón me envolvió. ¡Ahora sí estaba lista! La ceremonia había culminado y mis ilusiones rebozaban dentro de cada célula de mi existencia.
Me senté como almidonada en el living junto a la estufa a leña, esperando que me vinieran a buscar.
***
¡Era tanta la emoción al entrar al Club Paysandú! Temblaba, entre el helado clima de aquella noche y mis nervios de inocencia intacta. Nos encontrábamos todos, nuevamente para festejar el 25 de agosto y todos lucíamos hermosos. Las luces sicodélicas y la bola de espejos se reflejaban en los cristales azogados del salón. Los pisos de fina madera lucían hermosos y el ambiente era de mucha calidez. En la cabecera de la pista de baile, sobre una tarima, estaban los instrumentos aguardando a los Hermanos del Silencio para estremecernos con sus interpretaciones con lo mejor de la música de los  ‘60s y‘70s.
Las mesas se iban ocupando de amigos, algunos no tanto, parejas y todos muy jóvenes. Entre nosotras se podía escuchar cuchicheos diciendo: ¿llegó? ¿Lo viste? ¿Está en el salón? ¿Con quién está? ¿Será aquel? Todas queríamos ver al príncipe azul.
De pronto, crucé la mirada con un amigo que estaba con su novia y parecía no estar allí. En la noche nos vimos a los ojos en alguna otra oportunidad y me quedó el recuerdo de sus ojos distantes y hasta tristes. Éramos chicos. No se me borró esa mirada fría que hasta parecía apática.
Era nuestra noche de gala, alegría y sueños de adolescentes. Me divertí muchísimo con mi barra de amigas, bailé toda la noche, con algún amigo que ya partió de entre nosotros, con algunos que no sé qué fue de sus vidas, con alguien que luego movilizó mi corazón también, con amigos confidentes e inseparables de aquellos años y con los que hoy nos guardamos especial afecto. Estos sentimientos y aquellos sueños quedaron enganchados en mi corazón, en mis recuerdos y no los quiero soltar, me dan ternura y felicidad. Casualmente fue el último año que fui a ese baile. Para el próximo, ya estaba en Montevideo y tenía saudade.
Esta es mi “Noche de la Nostalgia”.


miércoles, 13 de agosto de 2014

Robin Williams

Despedida

Robin Williams fotografía tomada de People en Español
 
Podríamos hablar de muchas cosas. Podríamos callar muchas cosas. Podríamos reflexionar muchas más. La muerte siempre nos conmueve, nos enfrenta a nuestros miedos, a nuestras tinieblas, a nuestras mayores oscuridades y a la gran soledad del entorno que nos abandona. Me quiero poner en la mente del suicida, amando la vida como la amo y me cuesta. Con la noticia del suicidio de este gran actor, puedo palpar su acorralamiento y desdicha, como en cualquier otra noticia de suicidio. No sé como era en la vida real, solo puedo dar una opinión de lo que me dejan ver sus ojos o sus entrevistas. Y siempre me dejó la sensación de ser un hombre tierno, niño y con una gran tristeza interior. Son simples impresiones mías, vuelvo a decir que hablo sin conocimiento de su vida. Pero merece una reflexión esta pérdida para el mundo del espectáculo y para el nuestro también, pues Robin Williams nos entregó hermosísimas interpretaciones a lo largo de su larga carrera. El suicidio, según algún escritor, "es el único problema filosófico verdaderamente serio", Albert Camus. Podemos leer a Goethe cuando expresa que "el suicidio sólo debe mirarse como una debilidad del hombre, porque indudablemente es más fácil morir, que soportar sin tregua una vida llena de amarguras". O tal vez a Gilbert Keith Chesterton diciendo "el suicida se preocupa tan poco de todo lo que no sea él mismo, que desea el aniquilamiento general. Immanuel Kant le da una concepción religiosa a su opinión "el suicidio no es abominable porque Dios lo prohíba; Dios lo prohíbe porque es abominable. Tomo una conclusión a la que llegó el sociólogo Emile Durkeim ,en una de sus más importantes obras El Suicidio (1897) y es que "en las sociedades y las comunidades que requieren más cohesión y solidaridad orgánica para sobrevivir, la tasa de suicidios será menor justamente porque la responsabilidad hacia el grupo al que se pertenece es un freno de la voluntad de suicidio".
Creo así, que unos dependemos de otros y los otros dependen de uno. Por tanto, se crea un compromiso de supervivencia y de responsabilidad compartida dentro de la familia, comunidad, sociedad, ciudad, país. Miremos a los ojos al más próximo que tengamos y vamos a descubrir que casi siempre hay una "necesidad". Un palmada en la espalda, un apretón de manos, un abrazo, escuchar lo que necesitan decir, alivia muchas cargas.
Un minuto de silencio para este hombre que construyó una gran carrera como actor y que tal vez se perdió y no se volvió a encontrar.